LAS YESERÍAS Y LAS CALERAS DE MESONES (LAS “ALGERCERAS”)
Como sabemos, y su propio nombre indica, es donde se fabricaba el yeso y la cal en Mesones. En realidad, estos “establecimientos” (las yeseras y las caleras) son parecidos; las únicas diferencias estaban en la forma del horno para “cocer” la piedra (para la cal eran redondos), las aberturas para meter la leña (pues las caleras tenían la boca hecha) y en el tiempo que se empleaba en esto. Para la cal hacía falta más tiempo. El producto resultante era, pues, más caro (se empleaba, pues, más tiempo, y más leña), pero de mejor calidad, más fuerte, más resistente a la erosión. Con el tiempo la argamasa de cal se vuelve piedra (además, valía para encalar). Esto, como ya sabemos, lo sabían muy bien los templarios. Emplearon siempre los mejores materiales en su obra, para que el castillo fuera “eterno”, como ya sabemos ahora bien todos nosotros.
Carlos fue, como algunos ya sabemos, no solo el último “cantero” del castillo, sino también el último “yesero” de Mesones. Y lo de las “algerceras”, no sabíamos antes lo que significaba, pero había un término (un paraje) del pueblo, entre Mesones y Nigüella, que tenía este nombre, donde precisamente está la Yesería de Mesones (en algunos planos aparece también como la Yesera; es lo mismo). También se sabe que había otra yesería en Nigüella, muy cerca, la de la carretera (hoy también abandonada). A esa zona de Nigüella también se le llama las Algerceras (están, pues, las Algerceras de Mesones y las de Nigüella; está todo junto, es lo mismo). En toda esta zona de las Algerceras entre Nigüella y Mesones, se encuentran más restos de caleras ya abandonadas hace muchos años, pues los restos de piedras las delatan.
Allí, en Nigüella, se debió fabricar en algún momento algo más “fino”, como unos polvos blancos, no sé qué nombre concreto científico tenía eso, debía ser carbonato cálcico y se empleaba también para hacer pienso de terneros; así, pues, en la alimentación de ganado, sería calcio.
En lo alto de la montaña de la yesería de Nigüella, los trabajadores construyeron una caseta, en la que hicieron un agujero en su fondo, incrustando una vasija con boca ancha donde guardaban el agua, la cual se conservaba siempre fresca, aún en pleno verano. Una original forma de conservar el agua fresca, el ingenio de los “viejos” era sorprendente.
Sin duda, esto de las algerceras debe venir de aljerce (que sería la cal o el yeso), seguro, alguna palabra árabe, pero que no sale tampoco en el diccionario. Aunque no es solo una palabra “mesonera”. En otros pueblos de la comarca también está el nombre de algerceras, lugares donde hacían yeso, como en Gotor, junto a la carretera, al entrar al pueblo; así se le llama también a ese paraje. En esa zona también hay piedra caliza. Esta es más oscura, como la de las peñas de la Solana, o la de la Calera; dicen que aún sale con ella mejor cal o yeso. Es de un periodo geológico algo anterior al de las rocas de la Yesería.
Sin duda, esto está relacionado con una palabra también muy "mesonera", "aljerzones", trozos grandes de yeso que salían de las paredes cuando se reforman las casas y demás construcciones. Se cogían y se reutilizaban, convirtiéndolos otra vez en yeso, cociéndolos (como las piedras calizas) y machacándolos en las eras con rulos y caballerías. Aún salía después un mejor yeso.
Hoy en Mesones solo podemos localizar nosotros (los “viejos” conocerán más) cinco zonas principales de éstas (hemos visto también restos de algunas otras, sobre todo, entre Mesones y Nigüella), donde se hacía cal o yeso: la Yesería, o Yesera (donde aún existen algunas instalaciones, vamos, ya ruinas), una calera junto a la Yesería, la Calera de Valles o de la Tejera (hay dos hornos juntos), otra en el Agudillo (por el paraje del Tiro Canto) y el pozo del Turco (un horno de cal). Este, sin duda, debe ser también muy antiguo; es el que está enfrente de la llamada Granja, o granja de los Carmelos, ahora, al otro lado del barranco de Andacón; es posible que este horno estuviera ya cuando los templarios; de aquí podría haberse hecho mucha de la cal para la argamasa para unir los sillares del castillo, como ya dije en un artículo del castillo. Al menos debía estar ya en el siglo XVI cuando los de Mesones, como ya dije también, encerraron allí (en un aljub, ponía el texto; por ello, y relacionando todo eso, el pozo en el que se “cocía” la piedra caliza -tampoco sale en el diccionario con ese significado-) a varios pastores durante una noche entera por no querer pagar el “impuesto de carnero”.
La Calera de Valles o de la Tejera está (ahora es también el nombre de un paraje, como el de la Yesería o Yesera), como sabemos casi todos, debajo del actual camino de Andacón, subiendo por arriba de las piscinas, en uno de esos cabezos (precisamente, a toda esa zona se le llama las Cabezadas), enfrente de la nave de Angel Ibarzo y la de Clemente Andrés, por esos montes, al otro lado de la carretera. Al llamarse la Calera igual era porque se hacía más cal que yeso en un determinado momento. Antes se empleaba más, para blanquear las casas, tanto por fuera como por dentro. Esta calera se sabe que fue explotada al final por el “tío Chaparro”, Dionisio Asensio Redondo. De lo que sabemos, el establecimiento de la Yesería, el más importante de todos, lo llevó Cecilio Moreno Torcal; y ya en los últimos años Carlos Molinero, quien modernizó las instalaciones, haciendo un camino para vehículos desde la carretera, llevando la luz y construyendo una nave para almacén y nuevos hornos. Antes habían hecho, justo debajo de la Peña de la Canalija, una plataforma de piedra y “yeso”, resguardada de la lluvia por la propia peña, para poder dejar y cargar con pequeños camiones los sacos de yeso, que bajaban con mulos por el camino de caballerías que estaba junto a los tablares de unos olivos, por un barranco que bajaba hasta el barranco de la Canalija (el de Andacón, como ya sabemos), el antiguo camino de la Yesería.
Camino de caballerías por donde bajaban los sacos desde la Yesería o Yesera hasta la Peña de la Canalija.
Peña de la Canalija. A la derecha de ésta está el hueco, con una pequeña plataforma, debajo de la peña, donde dejaban y cargaban los sacos que bajaban por el camino anterior.
Plataforma, ya casi rota, para dejar los sacos debajo de la Peña. Aquí no se mojaban.
Pero, este sistema tradicional, casi artesanal, de fabricar yeso no le duró mucho a Carlos, pronto dejó de ser rentable y todas las instalaciones (que conocimos aún de pequeños nosotros) fueron arruinadas: al llevarse los “cacos” las tejas, con el tiempo todo se vino abajo, una pena. Hoy podría haberse enseñado todavía todo este proceso de fabricación artesanal. Fernando ya nos enseñó también algo de esto en un reportaje. Con su permiso, he puesto el enlace en este blog, para que todo esto, al menos por un tiempo, no se pierda. Porque, según dicen, todo esto de la informática también desaparecerá después. Y, al final, habrá que ponerlo todo en un libro para que no se pierda, como con lo del castillo.
Como todos ya sabemos, con la Historia de Mesones, el nombre de este pueblo puede venir de esto, de esta actividad de fabricación de cal, para mortero en la construcción; el mejor “cemento” que había; mucho mejor que el de ahora. Por todo el cerro del castillo, el del actual Mesones (de roca caliza), habría “establecimientos” de este tipo; también por la zona que hoy está detrás del castillo; quizás, sobre todo por aquí, al tener más cerca el aprovisionamiento de agua con el barranco de Andacón; aquí, en esos momentos, podría existir hasta un curso de agua permanente, no como ahora. Por aquí también han aparecido “restos” (igual, la presa de Andacón la hicieron por esto, para tener aquí un curso de agua permanente durante todo el año, sobre todo, para el verano; antes manaría mucha más; ya nuestros padres dicen que antes manaba más del doble que ahora; debe ser lo del cambio climático, sin duda; antes, en aquellos tiempos, aún saldría bastante más, de esos manantiales de Andacón). Por tanto, anterior todo esto al asentamiento actual de Mesones, es decir, a la construcción de la acequia Molinar; quizás, en el momento de la “Roma Republicana”, cuando la población de Mesones estaba aún en San Roque, utilizando todavía el agua del río (aquí, en la Canalija, la tenían más cerca). Al final, como vemos, las piezas de la historia de Mesones pueden ir encajando, una tras otra (como pasó también con el castillo), o las cuentas, finalmente, cuadrando (lo digo, por los años). Todo esto se resolverá cuando hagan excavaciones los expertos. Hasta ahora, según dicen las páginas oficiales, aún no saben nada.
Todo esto de la fabricación de cal, y de la construcción con este material, formaría parte de la actividad del llamado ya por Roma gremio de los “masones”. Cuando se construyó la acequia Molinar, con los romanos (para lo que tuvieron que utilizar mucho “mortero de cal”; aquí el terreno de llano, ya sabemos, tiene poco), la población del paraje de San Roque y la Cosumera se fue trasladando (al igual que la de Nigüella; como ya salió en el artículo de este blog del poblado celtíbero, 2ª parte) a un sitio ya con nombre, al lugar de los “masones”, como bien nos explicó todo esto ya Alberto (no pudo ponerse ya el nombre del poblado de San Roque -el antiguo de La Torre-, ni el celtíbero que tuviera Nigüella; esto ya tenía una “identidad propia”). Como sabemos, “Masones” no es un nombre árabe, sino latino, vamos, de los romanos; y ya se llamaba así Mesones cuando los moros. Bueno, todo esto ya también lo sabemos: que, al final, aquí, en Mesones, celtíberos, romanos o moros fueron siempre los mismos; hasta que los echaron.
Todo esto nos lo dejó ya muy claro, como digo, Alberto en su libro de la historia de Mesones. Como sabemos, el primero que se preocupó de todo esto; al final, el saber quiénes somos todos nosotros. Pero, como ya sabemos también, las páginas oficiales aún no dicen nada, aunque lo sepan todo (sencillamente, porque nada han descubierto los que están por ahí “metidos”, como con lo del castillo; esto, ya sabemos todos, al menos por aquí, funciona así). Pero, ya sabemos unos pocos, que muy pronto esto va a llegar a saberse, y ello por un descubrimiento único, en el mundo. Parece que aún lo están “estudiando”.
Esta actividad, de producción de cal o yeso, sin duda, puede ser ya tan antigua, como ya hemos visto, como la propia actividad minera de Mesones, que ya bien se conoce (primero con el bronce, y después con el hierro; hasta Fernando nos ha enseñado por el monte de Mesones algunas piedras “verdes”). Anterior, pues, a los romanos. Lo de la presa del río, debajo del cabezo de las Torcas y del Puente Gimeno, puede ser también un buen ejemplo. Y la propia torre del paraje de la Torre está construida también con argamasa de cal, al igual que lo que queda de las dos pequeñas torres del cabezo del Ramo, hasta donde llegaría en un determinado momento el poblado celtíbero de La Torre. Más adelante, como ya sabemos, lo protegieron todavía más creando un nuevo foso, donde el cabezo termina en el río, y jalonado todo de torres de defensa. Aún se conserva, como hemos ido viendo, el nombre del paraje que nos indica todo esto, los Castilluelos, o Las Torres (así sale en otro mapa). Y ya sabemos que en esa parte del río, el lado derecho, no hay piedra caliza; esta está en el otro lado, sobre todo, donde ahora está Mesones.
Pero, esta actividad continuó también en Mesones a lo largo de los siglos (y como hemos visto, hasta hace unas décadas), según nos dicen los propios documentos antiguos. Así, la iglesia de Brea, en el siglo XVI, fue construida, en su mayor parte, con el yeso procedente de Mesones. También lo traían de Sestrica, según pone. Allí también había “moros”. Parece ser, pues, una actividad muy arraigada por esta zona y por la población morisca, hasta incluso desde antes de los romanos, como hemos visto. Hoy solo nos queda, por tanto, intentar recordar su historia, que sin duda es, como ya hemos visto, sobre todo, especialmente, la propia historia de Mesones y de sus gentes, los orígenes.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE LAS YESERÍAS Y CALERAS
LA YESERÍA DE MESONES
Situación geográfica de la Yesería o Yesera de Mesones
Camino de Mesones hacia la Yesería de Mesones, a su lado se ve el antiguo sendero por donde bajaban con caballerías los sacos de yeso hasta la peña de la Canalija, donde ya podían cargarse en un pequeño camión.
Esta yesería la trabajó Cecilio Moreno Torcal (tío de la Fina del Cándido) hasta finales de los años 50 del siglo XX, nacido en 1912 en Mesones, y que se casó con Petra Miñana Ruiz de Calatorao.
Posteriormente, sobre el año 1958, se la compró antes de ir a la mili Carlos Molinero Esteban, con el dinero que había ganado cogiendo peras en Palencia.
En esta yesería hay que señalar que hay dos zonas, la antigua yesería que trabajó Cecilio, que ya vendría de siglos atrás, y la nueva, que hizo Carlos Molinero, más moderna, aunque ahora ya sólo quedan ruinas, pronto ya no quedará nada.
Yesería de Mesones. Círculo azul: antigua cantera, donde también hay una explanada para molienda de rocas de yeso al aire libre y dos hornos ya derruidos. Círculo rojo: Nueva cantera de extracción donde también hay un pozo para acumular agua de lluvia, que se empleaba mientras se barrenaba para sacar la tierra de los agujeros. Círculo verde: zona construida por Cecilio Moreno con instalaciones y edificios, donde había dos hornos, zona de molienda circular cubierta con tejado donde con una caballería con un cilindro dando vueltas sin cesar machacaba las piedras de cal cocidas, que posteriormente ya polvo se metía en sacos de yeso para la venta, así como otras dependencias. Círculo amarillo: tres hornos para cocer yeso, el más cercano al camino con dos bocas de ladrillo refractario, que los hizo Carlos Molinero. Círculo granate: transformador, molino y almacén construido por Carlos Molinero sobre 1960, el albañil fue Paco Hueso.
Antigua cantera de la Yesería de Mesones, se abandonó por la cantera nueva, pues la vieja aunque tenía buenas vetas de yeso, tenía mucha tierra y era más costoso sacar el yeso. Ni Cecilio, ni Carlos Molinero extrajeron yeso de la vieja cantera. En esta parte había dos hornos para la cocción, pero ahora están arruinados. Esta explanada llena de vegetación era donde en un principio molían al aire libre las piedras de yeso una vez cocidas, que lo realizaban con caballerías y un cilindro de piedra. A la izquierda vemos las instalaciones que se hicieron posteriormente (Cecilio Moreno Torcal) y que ya estaban cuando Carlos Molinero se hizo cargo de la Yesería, también se hacía con caballerías, pero ahora a cubierto de las inclemencias del tiempo. Esta cantera de yeso pudo emplearse para la construcción del castillo de Mesones.
En la cantera antigua, la zona de extracción de las rocas de yeso está en la parte de arriba de la montaña, debajo hay una era, ahora llena de vegetación donde con caballerías y cilindros molían las rocas de yeso al aire libre, al lado hay dos hornos ya en ruinas, que eran donde cocían el yeso que extraían. Esta cantera, como he dicho no la trabajó ni Cecilio, ni Carlos.
Posteriormente, para protegerse de las inclemencias del tiempo, cuando Cecilio Moreno se hizo cargo de la Yesería, construyó un poco más abajo una serie de hornos, cuartos y pajares, en su interior con forma cilíndrica, donde también molían el yeso con cilindro y caballerías, que tenía tejado, actualmente ha desaparecido.
Cerca de la antigua cantera, se construyeron nuevas instalaciones por Cecilio con dos hornos, zona circular para moler a cubierto con caballerías y cilindro, además de otras dependencias, ahora como vemos están derruidas.
Horno de cocción junto a la cantera vieja.
Como vemos también en esta foto, al fondo a la derecha, esta zona del paraje de la Yesería fue utilizada también durante un tiempo como el basurero de Mesones y después como escombrera. Al menos, se debería reforestar esa pequeña zona para disimular el contraste desagradable con el resto del entorno.
El segundo horno de cocción junto a la cantera vieja. De esta cantera pudieron extraer también roca para hacer sillares para construir el castillo (aquí la roca de esta zona de las Algerceras es muy blanca) y también para hacer cal para el mortero para unir los sillares.
Veta de yeso en la cantera vieja, vemos que arriba hay mucha tierra, por eso se abandonó.
Cantera vieja
Carlos arranca con la mano un trozo de “yeso” de una veta.
Bajo esa capa amarilla se esconde la blancura del “yeso”, parece azúcar. Es la blancura que tendría el claustro del castillo y de las crucerías de las torres. De esta parte, de las Algerceras, cogerían la roca para ello.
Vista general de la Yesería de Mesones
En esa zona circular, una caballería sin cesar daba vueltas con un cilindro (se ve en la fotografía) para machacar el yeso, la cual estaría cubierta. En el centro del círculo hay una zona circular hueca donde se recogía el agua de los tejados y por un caño salía fuera.
Cilindro, rulo o molón que se enganchaba a las caballerías para machacar las piedras de yeso.
Todo estaba cubierto con tejas. A excepción del cuarto redondo central donde se canalizaba el agua. Al menos, hasta los años 70 del siglo XX todas estas instalaciones que utilizó Cecilio (por aquí “haría la vida”, como podemos suponer), aunque ya abandonadas, estaban en bastante buen estado, todas con tejados, y por las que jugaban los chicos muchas veces. Lo de esa zona circular era chocante. Por aquí se venía a comer el “panete” o el “palmo”, y hasta hacer “guerras de indios” (parecía como esos pueblos mejicanos del oeste, también, como un desierto; el paisaje es parecido). Cuando robaron las tejas los techos se cayeron y todo quedó ya hecho una ruina, como podemos ver. Dentro de poco ya no quedará nada. Vamos, como todas las cabañas antiguas de Mesones. No solo abrieron todas rompiendo las puertas, donde las había, para llevarse lo que hubiera, sino que se llevaron también las tejas. Como vemos en estas fotos, solo dejaron las del transformador, al estar tan altas.
Ventana, donde se dejaba la leña para luego llevarla a los hornos que hay al lado. Vemos el cilindro, molón o rulo.
Uno de los hornos de cocción de yeso anexo a las instalaciones cilíndricas. Este horno y el otro anexo a este, estaban cerrados con tejado, y dos chimeneas o ventanas arriba para que saliera el humo.
El segundo de los hornos de cocción de yeso anexo a las instalaciones cilíndricas
Uno de los hornos
Vemos los dos hornos de las instalaciones circulares que hizo Cecilio Moreno, estos estaban cubiertos. Al final sólo empleaba uno y en el otro metía las caballerías.
A la derecha, había una tocinera, y encima un gallinero que tenía Cecilio, ahora ya no queda nada, pero se ven los restos.
Junto al arbusto de la izquierda, estaba el caño que evacuaba el agua de la caseta circular que recogía el agua de las dependencias circulares, hornos y demás instalaciones.
Aquí estaba el cuarto que hacía de cocina y oficina, debajo metían las caballerías.
Círculo amarillo: transformador. Círculo azul: molino. Círculo verde: almacén. Círculo rojo: dos hornos para la cocción de piedras de yeso, uno de ellos casi inexistente. Todos estos edificios, a excepción de los dos hornos, pues ya estaban hechos, fueron construidos por Carlos Molinero cuando cogió la Yesería. Hizo una inversión importante para modernizar las instalaciones.
Estos tres hornos los hizo Carlos Molinero con ladrillos refractarios traídos de un horno de Teruel. En estos hornos se dejaban tres agujeros o ventanas para meter leña. Dentro del horno se ponían tres pilares no muy altos y con piedras gordas de yeso se iba haciendo una bóveda, una vez acabada quedaba el hueco para meter la leña, y encima del horno se echaban las piedras de yeso. En este caso, estos tres hornos eran abiertos, no tenían tejado y la parte de arriba se lavaba con barro para que no se fuera el calor, una vez que estaba lleno. Después se metía leña por los agujeros, medio fajo de leña cada vez con un diablo u horca (solían ser romeros y aliagas, los montes en aquellos tiempos estaban pelados). El proceso de cocción duraba 12 horas, desde las ocho de la tarde hasta las ocho de la mañana. Cuando se estaba acabando de cocer el yeso, empezaban a salir fuegos por arriba que había que ir tapando con tierra y piedras pequeñas de yeso para ir nivelando, evitando así que se fuera al calor, cuando las piedras de yeso estaban rugientes en la parte de arriba de horno, es que ya se estaba acabando la cocción. Después había que dejarlo enfriar y con carretillas se llevaba a la zona de molido, pues Carlos no tenía tractor.
Con caballerías y un molón o cilindro se iba machacando, con una cesta ibas extendiendo las piedras de yeso, y cuando estaba a medio machacar se cogía un pico y una criba o malla, con los que se hacían los trozos más pequeños y se cribaba, cayendo el yeso fino y quedando las granzas en la criba, que eran trozos más duros de yeso, que o bien se echaban de nuevo para moler o también se empleaban para echarlos en sacos de yeso, pues con estos trocitos el yeso era más fuerte y de más calidad. El yeso de la Yesería de Mesones era especial, de mucha calidad, valía también para escayola.
En cada hornada de yeso se usaban 25 cargas de leña (romero y aliagas habitualmente), cada carga de caballería eran 9 fajos, cuatro a cada lado y uno arriba. Cada carga valía 35 pesetas, por lo que en total una hornada en leña había que pagar 875 pesetas. Luego hay que sumarle peonías y cada saco para meter el yeso valía 1,80 pesetas. Carlos compraba los sacos nuevos, con la marca “Yesos Moncayo”, no reutilizaba sacos de cemento como hacían otros. De una hornada salían 1200 kilos, y cada saco de yeso de 25 kilos se vendía a 8 pesetas. Las cuentas no salen, no era un negocio rentable.
A la derecha, junto al camino, vemos el edificio donde Carlos Molinero puso el molino para moler, modernizando las instalaciones, debajo estaba el almacén donde salía el yeso molido y se llenaba automáticamente en sacos. Seguido al molino está el transformador de la luz que era traída por la red eléctrica que hubo de poner Carlos.
Granzas: son las pequeñas piedras de yeso que quedaban al machacar las piedras de yeso, y después de cribarlas.
Horno junto al transformador
Cuando Carlos Molinero compró la yesería además de construir nuevos hornos para cocer las piedras de yeso con ladrillos refractarios que trajo de Teruel, también construyó el transformador, teniendo que traer la luz de la general, poniendo postes de cemento por los montes hasta el transformador que los tuvo que acarrear con caballerías y poner con silgas y trócolas. También hizo el actual camino (que le costó 120 cargas de uvas, que eran 20.000 pesetas, metió más de 130 peonías para arreglar el camino). El negocio no le fue rentable, invirtió a finales de los años 50 y años 60 del siglo XX más de 400.000 pesetas, y no le fue bien. Un piso en Zaragoza en aquellos tiempos valía 60.000 pesetas.
Durante el primer año y medio que llevó la Yesería, Carlos molía con caballerías y utilizó las viejas instalaciones, posteriormente hizo las nuevas.
Junto al transformador construyó un almacén, colocando en uno de sus extremos junto al camino el molino automático. Allí se llevaban las rocas de yeso, del tamaño de un puño o dos y se echaban al molino que las machacaba y por el otro extremo ya salía el yeso molido y bien fino, seguidamente una máquina lo envasaba en sacos automáticamente. Este yeso era de calidad excepcional, y valía también para escayola, lo que nos dice su calidad.
Cuando empezó a trabajar la yesería siguió moliendo las piedras de yeso a la antigua usanza con caballerías y cilindros, que machacaban las piedras vuelta y vuelta en el cuarto circular. Pero esta forma de trabajar era muy costosa, por lo que apostó fuerte y compró un molino para machacar las rocas de yeso, dejándolas polvo, desapareciendo las caballerías para esta faena, así se ahorro mucho trabajo, pero el negocio no fue rentable.
Todas las nuevas instalaciones que hizo Carlos Molinero las construyó Paco Hueso, el albañil del pueblo. En esta nave fue donde Carlos aprendió el oficio de albañil, pues empezó a hacer sus primeros pinitos.
Postes de cemento por los montes hasta el transformador para traer la luz, que se transportaron con caballerías y se pusieron con silgas y trócolas. Estos dos hornos que vemos en primer plano, ya derruidos, estaban ya en la antigua Yesería. Cecilio también vendía piedras de yeso y dejaba los hornos para que los cocieran los particulares que estuvieran interesados en esta opción.
Vemos los postes para llevar la luz a la Yesería.
Hornos junto al camino
Caseta donde se encontraba el molino. Debajo estaba el almacén.
Cecilio al igual que Carlos trabajaron esta cantera de yeso para extraer las rocas de yeso, donde había buenas vetas y con poca tierra, pues la antigua aunque tenía buenas vetas había mucha tierra y era más trabajoso sacar las piedras de yeso.
Para sacar las rocas hacía agujeros de 2 metros con barrenas de dos y medio, utilizando agua para hacerlos, habiendo un pozo de agua de lluvia al lado de donde barrenaban para utilizarla con los barrenos, pues el agua sacaba la tierra de los agujeros, con el fin de que posteriormente se pudiera poner la dinamita.
La dinamita se la mandaban en una caja en el autobús de línea, y cuando llegaba se la dejaban en la carretera y bajaba a buscarla. Una vez en la cantera la metían en los agujeros hechos con las barrenas y la explotaban abriendo así la montaña y pudiendo sacar numerosas rocas de yeso, que con un mayo las dejaban al tamaño de un puño o dos.
Nueva cantera con el pozo de agua en medio
Vistas del castillo de Mesones desde la nueva cantera de yeso
Una vez extraída las rocas se llevaban con carretillos a los hornos donde se cocían. En estas instalaciones antiguas había dos hornos. Cada horno, para cocer una hornada necesitaba 25 cargas de leña (solían ser romeros, aliagas…), esta leña se iba metiendo poco a poco durante 12 horas que aproximadamente duraba la cocción. En la parte baja del horno se dejaba un acceso por donde se introducía la leña (zona hueca) que durante horas iba cociendo las rocas de yeso, cuando la rocas estaba cocidas la parte más alta del montón de rocas estaban rugientes y se empezaban a hacer agujeros que había que ir tapando con tierra y pequeñas piedras de yeso, con el fin de que no se perdiera el calor.
Una vez finalizada la hornada las rocas se trasladaban del horno a la zona de moler, al principio a los cuartos donde se molía con caballerías, después al molino. Cuando se machacaba con caballerías después había que recogerlo con palas en sacos y era muy costoso, sin embargo posteriormente cuando se llevaba al molino, éste estaba automatizado y directamente después de moler las rocas de yeso, las envasaba ya molido directamente en sacos que se guardaban en el almacén a la espera de su venta.
El oficio de yesero era un trabajo muy duro, pues estabas todo el día extrayendo roca, para a las 20:00 horas preparar el horno con la hornada y estar toda la noche echando fuego hasta las 08:00 horas de la mañana (12 horas) que era cuando el tiempo que necesitaba para cocerse las rocas de yeso. Durante toda la noche tenías que estar pendiente del fuego, pues un pequeño despiste podía suponer perder toda la hornada y el trabajo de todo el día.
Carlos Molinero llevaba de peones a Ramón Sisamón Chueca y a Martín Royo Trasobares, que eran los que continuaban la faena cuando él se iba a dormir después de estar toda la noche trabajando.
A la izquierda, junto a la Peña de la Canalija subía el sendero que llevaba a la Yesería antes de que Carlos hiciera el camino, en el cual también se avecinó algo, pero no mucho. Encima de la peña de la Canalija vemos el actual camino a la Yesería.
Enlace del vídeo de Fernando Marco Marín sobre la Yesería o Yesera de Mesones (a ver si Fernando soluciona los problemas de orientación del vídeo):
LA YESERÍA DE NIGÜELLA
Localización de la Yesería de Nigüella
Yesería de Nigüella junto a la carretera que va de Nigüella a Mesones. En el interior del almacén fabricaban sacos de yeso especiales para que comieran los terneros. El médico de Mesones D. Alfonso Abril Gómez era uno de los propietarios de esta yesería.
Por esos dos depósitos de madera de la derecha, caía el resultado de la molienda de las rocas de yeso, saliendo por las bocas de abajo, desde donde se llenaban los sacos de comida para terneros.
Cantera de las yeserías de Nigüella
Canal en lo alto de la montaña, por donde tiraban las rocas de yeso que bajaban a la parte baja, donde se cocían y posteriormente se molían en el molino.
FOTOGRAFÍAS DE LAS CALERAS CONOCIDAS DE MESONES
CALERA DE LA YESERÍA
Localización de la calera de la Yesería o Yesera de Mesones
Calera de la Yesería, junto al camino actual de acceso con vehículos, 400 metros antes de llegar a la yesería. Los hornos de cal a diferencia de los de yeso son redondos y tienen la boca hecha, necesitando mucha más leña para cocerse, pues su cocción duraba tres días.
La calera en su parte baja tenía una base de aproximadamente un palmo que sobresalía de la pared y donde se apoyaban las piedras para construir una bóveda. Debajo quedaba hueco para la leña, y encima de la bóveda se ponían las piedras de cal. Para cocerse necesitaba más tiempo que el yeso. Y una vez cocido era el mismo proceso que para el yeso. Esta calera y otras que hay por Mesones pudieron ser utilizadas para hacer la argamasa para la construcción del castillo.
Rocas de cal en los montes pegados en el camino hacia la Yesería
Vemos los colores grisáceos de la roca de cal, pero cuando se parte, del interior sale un color amarillento.
Piedra o roca de cal partida de los montes de la Yesería
LA CALERA DE VALLES O DE LA TEJERA
Localización de la calera de Valles o de la Tejera, en la que había dos hornos. Al lado se encuentra la cantera de arcilla empleada por los mesoneros.
El último que trabajó la calera de Valles o de la Tejera fue el tío Chaparro. Del resto de caleras nadie sabe cuándo se usaron por última vez.
Junto a la calera de Valles o de la Tejera, se encuentra la cantera de arcilla, que se usaba para arcillar las eras. Se hacía con un cilindro, dejándola más llana y apretada, y evitando así que cuando se trillara el trigo no tuviera grancillas o tierra. Había otra cantera de arcilla en la Solana junto a la cueva el Zapatero.
También usarían esta arcilla para hacer tejas y ladrillos (de ahí el nombre también de este paraje) y hasta para cerámica, seguramente desde muy antiguo, ya desde los primeros tiempos. Aunque en Mesones no se conoce (documentalmente, de momento) esa tradición de fabricación de cerámica (cántaros, vasijas, tinajas, etc.) en los últimos siglos, como sí se documenta en Illueca o en Sestrica. Aunque sin duda también la habría, aunque fuera de menor importancia.
Había dos caleras en esta zona y una cabaña para guardar herramientas. Vemos las dos bocas de entrada de las caleras (los hornos para “cocer” la piedra caliza).
Cabaña junto a las caleras
Una de las dos caleras, su estado es ya bastante ruinoso, en unos años no quedará nada, aunque esta es la mejor conservada de las dos y también mejor que las caleras de la Yesería y la del Pozo del Turco. Esta calera está lavada con piedras, mientras que la otra está lavada con barro que no se quema con el calor.
Otra de las caleras, esta todavía está en peor estado.
Boca hecha en la calera para meter la leña, el fondo está muy cegado con tierra y vegetación.
Vemos alrededor de toda la base de la calera cómo sobresale un murete de un palmo, donde se apollaban las piedras para hacer la bóveda, abajo se metía la leña, y arriba se ponían las piedras de cal. El proceso era el mismo que para el yeso, pero más largo, duraba tres días.
Carlos comienza a hacer la bóveda
Piedra de cal en los montes de la Calera.
Montes de la Calera con rocas y piedras para sacar la cal.
Todo este patrimonio, también histórico, de Mesones habría que intentar conservarlo, para preservar también la propia historia de Mesones.
LA CALERA DE LA SOLANA DEL AGUDILLO
Localización de la calera del monte de la Solana del Agudillo. Hay dos hornos. En el círculo verde parece haber otro horno de cal, pero Fernando me ha confirmado finalmente que es una cabaña.
Uno de los dos hornos de cal de la calera de la Solana del Agudillo. Por esta zona se encuentran restos de cerámica de color verde. Los hornos de cal y yeso servirían también para “cocer” cerámica, como los hornos de las tejeras o tejerías (de las dos maneras se cocían en Mesones).
Otro de los hornos
Enlace del vídeo de Fernando Marcó Marín donde muestra esta calera:
LA CALERA DEL POZO DEL TURCO
Localización de la calera del Pozo del Turco
En primer plano vemos la calera, dentro hay una higuera. Al fondo vemos la granja de los Carmelos.
Esta calera es la más grande de todas que hemos visto.
Puede ser una de las caleras más antiguas de Mesones. Podría haber estado ya cuando se construyó el castillo. Este es en realidad “el pozo del Turco”, donde metieron al mameluco.
Es interesante la aportación de Manuel Mercado en el "Face" de Mesones sobre el significado de aljez, mineral de yeso. Lo extraño es que no aparezca el de algercera o ajerce. Podrían ser palabras propias de esta zona, o que se hubieran conservado solo por algunos sitios como por este. Entre todos siempre se pueden conocer más cosas. Cualquier aportación puede valer para conocer la historia. Algo que, como hemos visto, quieren ocultar algunos.
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