EL ORIGEN DEL APELLIDO “ALCAIDE” DE MESONES

 

 

ALCAIDE es el apellido número 426º más común de España. Nos encontramos que hay censados en el territorio nacional 12.199 personas con Alcaide como primer apellido. Muy repartido por la geografía nacional. Actualmente, en Mesones ya no existe, al igual que otros muchos apellidos que han desaparecido de aquí. 

 

El apellido Alcaide (o antes, sobre todo, también, Alcayde) procede del sustantivo castellano alcaide, del árabe al qâ ´id, “el juez” o “el gobernador”, voz ya documentada en el año 1076. Fue un sobrenombre aplicado a alguien que ejercía este cargo. El cargo de alcaide tuvo varias acepciones según la época y la zona geográfica: el que tenía a su cargo la guardia de una fortaleza o el encargado de una prisión. Con el paso del tiempo el significado de "alcalde" se fue transformando hasta designar al gobernante de un barrio o ciudad.

 

Existen algunos apellidos que estuvieron en los registros de Mesones desde el principio de la repoblación y, además, durante mucho tiempo, y que pocos debían saber de su existencia. Uno de ellos es éste (con esto hacemos, pues, ahora un poco de “historia de Mesones”). Es también el caso de Arratia o de Ratia (apellido vizcaíno, posiblemente, llegado a esta zona con los canteros vascos que levantaron las iglesias aragonesas del siglo XVI), que llegó a Mesones a la vez y del mismo lugar que Alcaide; o el del apellido Benedí (llegado de Tierga, también, con los nuevos pobladores), y el de otros muchos que no tuvieron aquí demasiada fortuna y no consiguieron ni siquiera llegar al siglo XIX. He escogido Alcaide (como una “representación” de esos “otros apellidos de Mesones” ya desaparecidos) porque logró superar dicho siglo, desapareciendo de los censos de Mesones después del primer tercio del siglo XX. 

 

Lo vimos en el censo de 1824 (cédula nº 48) con Sebastián Alcaide, casado con Joaquina Sisamón; y en el de 1860 (cédulas nº 43 y 159) con Vicenta y con Hilarión Alcaide Sisamón (secretario de Mesones). También lo vimos en el libro de la cofradía de la Virgen del castillo en 1790, preparando las “ordinaciones”, con “don Lorenzo Alcayde, hijo del pueblo”. 

 

Al ser uno de los primeros apellidos llegados a Mesones y permanecer aquí durante tanto tiempo estará, junto con Ratia (o Arratia), en todos los árboles genealógicos de los habitantes de Mesones, como hemos podido comprobar. Estaba ya en la carta de población de Mesones de 1612 con Bernabé, y en la de 1627 con Juan. En 1495 estaba en la comarca en el censo de Calcena con un fuego y en el de Tabuenca con dos. Pero, a Mesones vino de El Frasno. En 1612 nace Bernabé, hijo de Bernabé Alcayde y Ana de Arratia (casados en el Frasno el 2 de septiembre de 1607). Fueron padrinos Juan Alcayde (hermano de Bernabé) y Ana Cubero, “naturales del Frasno”. En 1614 tendrían a Ana, en 1617 a Juan, en 1620 a Isabel y en 1624, también, a Bernabé. 

 

Juan Alcayde y Ana Cubero (casados en El Frasno el 24 de febrero de 1609) tendrían en Mesones a Catalina en 1612, a María en 1614, a Juan en 1617, a Ana en 1619, a Martín en 1621 y a Alonso en 1625. También ha aparecido un José, quizás, hijo de los anteriores (nacido, pues, en El Frasno), casado en 1660 con Isabel Cortés. Los siguientes nacimientos en Mesones de este apellido son ya de hijos de los ya citados. 

 

Al final de las líneas genealógicas hemos visto sólo a Juan y Ana Cubero, con una media de 3 apariciones, por su hijo Juan, y a José e Isabel Cortés con 0,33. Por comparación, y por alusiones anteriores, diré que el apellido Arratia (Ratia, o de Ratia) cuenta con 13 apariciones de media; y Benedí con 43, estando éste en el puesto nº ocho de los apellidos de Mesones con más apariciones; apellidos, como ya he dicho, hoy ya desaparecidos de esta población, pero que forman parte también, pues, como muchos otros, de la historia de Mesones y que merecen también estar, aunque parezcan tener ahora menos interés, en estas “publicaciones” de los “apellidos de Mesones”; vamos, para que se sepa también esto y no caiga todo en el olvido, que es lo que suele ocurrir siempre. Algo, pues, vamos salvando o rescatando de la historia.