D. LOPE Y LAS “INFLUENCIAS” ITALIANAS EN EL CASTILLO
Martínez Prades, en su libro-tesis doctoral del castillo, dice: “el castillo de Mesones de Isuela constituye un ejemplar único dentro de la arquitectura militar aragonesa, su regularidad y unidad estructural unidas a sus grandes proporciones, hacen de esta fortaleza una pieza que indiscutiblemente se aparta del molde regional”.
Se está refiriendo, claro está, al siglo XIV, último tercio del mismo, en el que pensaba había tenido lugar su construcción (son las “huellas de dinosaurio” del arzobispo en el castillo, como dijo Alberto). Y se está refiriendo también al modelo de castillo de estilo Felipe Augusto, que ya conocemos, y que había tenido su precedente en Aragón en el siglo XIII, según sigue diciendo, con el castillo de Sádaba (ya vimos que el de Castejón de Monegros tendría también este estilo), añadiendo que “esta nueva tipología de planta regular con torres de flanqueo no parece arraigar en Aragón, donde solo encontramos para estas fechas (se refiere al siglo XIV, como he dicho) el ejemplo de Mesones; castillos como los de Mora de Rubielos, Valderrobres o Mequinenza (castillos góticos del s. XIV) persisten en el trazado irregular. Pero ese novedoso tipo de planta regular no es la única originalidad de Mesones, a ello hay que unir la magistral modificación del terreno para conseguir una perfecta horizontalidad y la exótica disposición de sus patios, que Cristóbal Guitart supone venida de Italia, por las relaciones de Aragón con aquellas tierras, no en vano contamos con dos ejemplos italianos que, si bien carecen de torres circulares, sí poseen esta disposición de doble patio: Lagospesole y Spoleto”.
Y aquí queríamos, pues, llegar; como dice el título de este reportaje, a las influencias italianas de D. Lope en el castillo. Lo de la modificación del terreno (creando grandes subterráneos) ya sabemos que es cosa de los templarios, pero lo de los patios ya no; como sabemos, esto es ya solo cosa de D. Lope, nada que ver con los templarios. Todo lo anterior que dijo “Prades” correspondía al castillo templario (por ello, se apartaba del modelo regional, de su tiempo -del que creía Prades-), pero lo de los patios, ya no. “Prades” desconocía que en este castillo había realmente dos castillos en uno, además, muy diferentes.
Como ya sabemos, el castillo de Mesones, de un monasterio-castillo, pasó a ser con D. Lope un castillo-palacio (ya en los gustos de su época, ahora sí), y con una especial disposición, en su interior, en dos patios; el arzobispo dividió en dos el castillo, la zona residencial palaciega, en la parte occidental del castillo, y el patio de armas, o zona defensiva, donde estaba la nueva puerta de entrada, en el lado oriental; quizás, por esas influencias italianas.
http://www.castillodemesonesdeisuela.com/2022/04/el-monasterio-castillo-de-mesones.html
Y, por ello, ya pudo escribir “Prades”: “Si Mesones se aparta de sus homólogos (del siglo XIV) por el trazado de su planta, no sucede lo mismo en cuanto a su estructura funcional”. “En cuanto a su funcionalidad se inserta dentro de la línea regional de los castillos-palacio construidos por las grandes familias nobiliarias, fundiendo la residencia palaciega con la fortaleza militar; junto con Mora de Rubielos y Valderrobres, con los que presenta relaciones, constituye la trilogía aragonesa más importante de este tipo”.
Pero, ¿de dónde le venían a D. Lope esas “influencias italianas” que plasmó en la reforma del ahora su castillo? Sin duda, de su relación con el cardenal Gil de Albornoz, hermano de su cuñado Fernán Gómez de Albornoz, como nos dice Antonio Olmo Gracia en el capítulo de “Las relaciones entre los Luna y los Albornoz”, recogido en “Mundos medievales: espacios, sociedades y poder”. El Papa nombra en 1350 cardenal a Gil de Albornoz (hijo de Garci Álvarez de Albornoz -de origen castellano- y de Teresa de Luna (de la rama de los Martínez de Luna, de Illueca y Gotor) y le encomienda la restauración de la autoridad papal en los estados pontificios. Pues bien, D. Lope estuvo temporalmente en Italia acompañando al cardenal varias veces, siendo además uno de los hombres de más confianza de Albornoz, según dijo el mismo cardenal.
Según Olmo, “el castillo de Mesones posee una planta italianizante… y los viajes a Italia de D. Lope permiten explicar la originalidad de uno de los monumentos más singulares de Aragón del siglo XIV, el castillo de Mesones… El castillo posee un doble patio, la parte oriental fue la destinada a la guarnición de defensa, mientras que la occidental a la residencia palaciega, adosándose las dependencias en torno a un patio más pequeño… (como ya he dicho muchas veces, su jardín dentro de casa). La similitud del castillo de Mesones hacia el castillo de Spoleto no es en absoluto casual. Este último fue levantado por Mateo Gattapone para el cardenal Albornoz durante su segunda legación italiana, cuando la ciudad quedó finalmente sujeta a la autoridad pontificia.
Varios siglos después, llegaron nuevamente a este castillo de Mesones nuevas “influencias” italianas; cuando la guerra civil. Ya había sido declarado el castillo de Mesones en ese momento “monumento nacional”, en 1931; pero, por la República. Como sabemos, y que ya dije en el “face” de Mesones, después de la batalla de Teruel vinieron a Mesones a descansar tres compañías del ejército nacional: una de vascos, que tenían su “cuartel general” en San Vicente; otra de canarios, que se establecieron en los corrales de la Solana (debían ser más sufridos; aquí no faltarían pulgas) y otra de “italianos”, que dormían en el salón de Jaime Ramos, en la carretera (el que fue durante muchos años salón de baile), teniendo las cocinas en la Herrería (junto al agua, para hacer la comida y fregar). Como ya dije, un día, antes del amanecer, sin previo aviso, se los llevaron a todos con los camiones hacia el frente del Ebro. Poco antes los republicanos habían intentado destruir el puente del Jalón entre Chodes y Morata; pero las bombas cayeron un poco más allá. Las noticias fueron que en la batalla del Ebro debieron caer la mayor parte de los que estuvieron en Mesones, pocos se debieron salvar. Un soldado vasco de Tolosa, llamado Luis Artola y que era cocinero, según cree recordar mi tío José Cimorra Andrés, se alojó durante ese tiempo que estuvieron en Mesones en casa de mi abuelo Francisco Cimorra, que vivía entonces en San Vicente. Aquí dejó el petate, con su ropa de domingo, sábanas y sus objetos personales, para que se lo guardaran, diciendo que cuando terminara la guerra volvería a recogerlo. Nunca más supieron del soldado de Tolosa, al que le guardaron el petate muchos años después de acabar la guerra con la esperanza de que regresara a buscarlo. Mi tía Ángeles Cimorra guardó todo hasta hace unos años.
Durante el tiempo de la presencia de soldados en Mesones en la guerra civil, en el castillo habría un puesto de guardia permanente (como también vimos en la guerra de Sucesión). Los soldados italianos, según contaron los vecinos de Mesones, quizás, más impetuosos y activos, aprovecharon el tiempo haciendo “prácticas de tiro” dentro del castillo; el blanco un día fue un escudo de D. Lope gravado en una ménsula del salón palaciego del arzobispo, de cuando reformó el castillo (allá por el siglo XIV) siguiendo las influencias italianas del momento. Esta escena de “prácticas de tiro” (las nuevas “influencias” italianas en el castillo) nos la contó Eloy en su libro del castillo de una manera genial. Hasta encontró, con la escalera de Carlos, algún “casquillo”.
Una bonita manera de dar a conocer la historia de Mesones y su castillo. Y Eloy colaborando siempre con Mesones. Lo de este chico es espectacular. Supongo que algún día alguien se lo agradecerá. No sé.
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