EL CASTILLO DE D. LOPE
Después del castillo templario tocaba, claro está, el castillo de D. Lope; por eso de “los dos castillos”: dos castillos en uno, como ya sabemos, y hemos visto tantas veces (y como nos dijo Eloy hace poco en el reportaje de la DPZ, sobre el anuncio de ésta en la TVA para visitar nuestro castillo). El visitante que venga a ver el castillo, a poco que le informen, lo comprenderá al instante (y seguro que se queda asombrado, porque nadie, antes de Eloy, le habría dicho nada de todo esto; y todavía no sale en las “páginas oficiales”; y para rato -esto me recuerda a alguien que en una página de castillos, con solo ver dos fotos, no habiendo visto nunca nuestro castillo, lo supo todo; ¿qué pensará de nosotros cuando vea lo que aún sale?-), ya que todo está A LA VISTA (no creo que a estas alturas, con todo lo que se sabe, vayan a engañar a nadie; aunque la web del Ayuntamiento de Mesones aún no se ha enterado de nada…; no sé si será cosa del secretario).
Este artículo apareció publicado el 11 de marzo de 2022 en el Facebook de Mesones, poco antes de la aparición del blog del castillo; blog en el que podréis consultar en cualquier momento todo lo relativo al castillo y otros muchos temas de Mesones, aunque la mayor parte de esto último está todavía por incluir. Reproduzco a continuación el artículo.
Salvo que nuevas pruebas nos vengan a decir lo contrario (como dije en el “templario”), o alguien nos demuestre otra cosa (en este momento de la investigación se admite absolutamente todo, como ya dije también), la cosa podría quedar así.
Éste sí que sería el castillo que hoy llaman “de los Luna”, refiriéndose a este castillo de Mesones, y al que definen como castillo gótico (por el escudo del arzobispo -vivió en pleno “gótico”- y por la decoración del gótico tardío -dicen, franco-gótico, no soy entendido- de puertas y ventanas de las reformas de d. Lope, amén de la capilla mudéjar que hizo el hombre). De momento, este castillo aún no se conoce por otro nombre. Algún día supongo que cambiarán las cosas y se podrá llamar también “castillo templario”, o, “castillo templario y de los Luna”, como ya he visto en internet en algún sitio, sin saber aún nada de todo esto (salvo que “Masones” fue del Temple; pero, acertaron con el título; aunque después pone que “lo que hoy contemplamos es todo obra de D. Lope”; una contradicción; mejor que no hubieran dicho nada).
Sin embargo, también podría llamarse el “mal llamado castillo de los Luna”, ya que no fue nunca “de los Luna” (sin duda, el nombre está mal puesto; no sé quién se lo pondría) porque solo lo tuvo un Luna, D. Lope. Sería en todo caso, pues, el castillo del Luna, pero como esto suena muy mal habría que dejarlo, simplemente, como el castillo de d. Lope, que es como lo he puesto en el título. Bueno, también lo tuvo otro Luna (si el “otro” fuera neutro, que me temo que no), su hermana, pero por poco tiempo (en realidad, no lo tuvo nunca).
Después ya vinieron los Urreas, que no eran Lunas (eran sobrinos de estos Luna, nada más). Y, como sabemos, hasta el padre del arzobispo tampoco era Luna, sino Alcalá (de los Alcalá “de toda vida”; otra rama de la nobleza aragonesa), como ya también vimos; se cambió el “apellido”. Por lo que eso “de los Luna”, igual es mejor dejarlo para otros que siempre lo fueron, los de Illueca (y de Gotor -el linaje de los Gotor, de origen “real moro”, de donde también procedían, y de donde les venían sus posesiones en esta comarca-, Morata, Arándiga, Chodes, Purroy, Villanueva y Purujosa). Estos eran Martínez de Luna, los del Papa Luna (D. Pedro “Martínez de Luna y Pérez de Gotor”); el arzobispo era Fernández de Luna, por su abuela paterna, doña Mayor de Luna (hija Lope Ferrench de Luna), la que se casara con Guillermo, o Guillén, de Alcalá, abuelo paterno de D. Lope; de los Luna de Luceni (lo que cambió por Mesones el tal Guillén, como vimos, aunque después lo volvió a recuperar, al menos, su hijo, el que se cambió de “nombre”; más tarde Luceni pasó a otra rama de los Luna -el rey, como vimos, solía hacer esto, que todo quedara en casa de la “rama”, que le apoyara- la de otro Lope (D. Lope de Luna), el que venció en Épila en la guerra unionista -con la ayuda de Fernán Gómez, cuñado del arzobispo; un comendador-, hijo de Artal de Luna, el garante del rey en el documento de cambio de Masones por Luceni, como vimos -el que de nosotros leyera el documento-). Al final, todo está “conectado”, como bien nos decía Eloy (en su libro del castillo de Mesones, que parece que aún muy pocos conocen; sobre todo, los “expertos”).
Pero, vayamos al grano. Si lo comparamos con el castillo “templario”, como ya hemos visto, vemos que el arzobispo por dentro lo cambió prácticamente todo (de ahí tantas “contradicciones” en el castillo); salvo las caballerizas, que las dejaría donde estaban (no le molestaban para nada), las bodegas (zona, también a nivel inferior, de la torre central norte y de su entorno, que las podría seguir aprovechando) y el corral de ganado, que lo dejaría ya seguramente sin uso (sólo en caso de guerra “abierta” podría haberse utilizado para guardar “todos los animales del pueblo”; seguramente los templarios harían lo mismo, no sé; pero, previsores estos fueron, sin duda, para todo, como ya hemos ido viendo; lo tenían todo previsto).
http://www.castillodemesonesdeisuela.com/2022/06/el-castillo-templario-de-mesones.html
Sin embargo, si por dentro el arzobispo lo cambió casi todo, por fuera también vemos que cambió lo suyo. Bueno, en realidad, solo cambió dos cosas: la puerta de entrada y la terraza “señorial” (que la hizo nueva donde antes no había nada); pero, en realidad, con esto, era como si lo hubiera cambiado todo, ya que tuvo que desmontar medio cabezo para hacer la carrera. Como puede suponerse, todo esto alteró la fisonomía exterior del propio castillo y de su entorno. La gente ya no miraría nunca más a la vieja puerta de entrada (ahora tapiada; con yeso y ladrillo -no se molestó mucho el hombre; ya no había guerra-), sino a la nueva, donde se concentraba otra visión general, junto con la carrera, del nuevo castillo; ahora, el castillo de d. Lope. El castillo templario había pasado ya “a la historia”(hasta que lo descubrió Eloy, hace nada).
Por lo que en un futuro museo de Mesones hay que hacer, sin duda, dos dibujos muy diferentes del castillo, por fuera: el del castillo templario y el de D. Lope. De ahí pues lo de “los dos castillos”, a lo que tantas veces me he referido; y es que en realidad existen, como ya hemos ido viendo, dos castillos en uno, tanto por fuera como por dentro (supongo que los guías lo van diciendo ya así, no sé; hasta hace muy poco, aún no).
Y aún podría dibujarse hasta un “tercer castillo”, aunque éste es más feo y no le gustará a nadie, supongo (mejor no hacerlo); y es el castillo que quedara después de la “destroza” de la guerra de los Pedros, antes de las rehabilitaciones de D. Lope (cuando, si no hubiera sido por cómo lo hicieron los templarios, hubiera desaparecido por completo, como pasó en ese tiempo con muchos otros castillos, como ya he dicho, más “flojos”; cuando el rey, por no poder defenderlos, ordenó destruirlos; éste de Mesones no le dio tiempo, y etc., etc., como ya vimos ).
La verdad, que todo esto, hasta cómo eran más o menos los “dos castillos”, nos lo dijo ya Eloy en su libro y nos lo mostró en su cómic del castillo. Quizás, nosotros lo que hemos hecho es solo intentar reproducir lo que él ya nos dijo, como podéis comprobar. El dibujo del castillo templario sería, sin duda, el mejor de todos, el más atractivo, con diferencia. Y ya lo hemos visto bastante bien, cómo sería, con el cómic de Eloy. Al verlo, nos podemos hacer una idea muy buena: todas las torres con matacanes y almenas en las murallas. En el de D. Lope solo quedaría de todo esto los matacanes de la torre alta (por lo que vimos en el plano del coronel; una suerte); después, sólo rehízo el arzobispo las almenas del muro de la nueva puerta de entrada, aunque en mampostería (donde metieron la basa de la Virgen de relleno, cogida de los escombros de la “destroza” con lo que las hicieron; ni se enteraría el hombre de lo de la basa).
Al cambiar la puerta de entrada D. Lope debilitó la defensa del castillo (ya no era una puerta elevada con rampa y puente levadizo, que se subía y bajaba, y protegida por las dos torres más potentes, como nos dijo Eloy; lo extraño es que no hiciera también el arzobispo ahora un puente levadizo en la carrera, junto a la nueva puerta, como propuso el coronel); todavía más cuando agujereó dos torres del castillo (seguramente, lo nunca visto) para hacer su terraza. Pero, visto esto, el arzobispo lo quiso reforzar de otra manera: hizo en ese lado del castillo de la subida una barbacana, con una puerta de entrada en la almena del campanillo, protegida desde arriba del castillo (hoy solo quedan los huecos para atrancar la puerta); y otra de salida (la de emergencia; aún está entera), por si le bloqueaban la primera; y la terraza la cerró, por si acaso, con las columnas que arrancó del claustro oriental, de tal manera que no cupiera, como ya dije, ni una cabeza. Al final, engrosando el muro de la puerta y elevando las almenas, parece ser, habría arreglado el hombre esto de la defensa.
Todas las publicaciones dicen que el castillo de Mesones es un castillo-palacio, “en buena consonancia con otros castillos de su época” (la de D. Lope): Valderrobles, Mora de Rubielos, etc., como nos dijo Prades; en el que se conjugan las funciones defensivas (propias de un castillo) y las palaciegas (las propias de un palacio), existiendo una zona palaciega (en este caso, el lado oeste), y otra más puramente defensiva, la del patio de armas, en la entrada del castillo; no siendo, pues, por ello, “ninguna excepción con otros castillos de su tiempo”. Sin duda, todo esto es correcto. Y así aparece reflejado en el plano del castillo de D. Lope que he puesto, como podéis ver.
Pero, ya decían también los expertos que había otras cosas en este castillo que lo diferenciaban de los “de su tiempo” y que lo emparentaban con castillos que no eran precisamente “de su tiempo”, lo del estilo Felipe Augusto, remontándose al siglo XIII (cuando “estuvo de moda”); poniendo de excusa, sin embargo, que quizá no resultara tan raro poque ya habían existido antecedentes en Aragón (en especial, el castillo de Sádaba -que, al final, resulta que va a ser más joven que el de Mesones, aunque por muy pocos años, como vimos-). Eloy ya nos explicó también todo esto, señalando que este castillo, “en general”, no tenía nada que ver con los “de su tiempo” y, además, en este sitio. Y las reformas de D. Lope ya sabemos también para qué fueron, precisamente para adaptarlo “a su tiempo”, para convertirlo en un palacio (hasta con fuentes); si no, no hubiera tenido que hacer nada, supongo; o solo pequeños retoques, lo que vemos que no es así (lo cambió “todo”). Y es que no sería antes nada cómodo: ahora sabemos por qué, y es que era un “monasterio” (además, de templarios; aún más “brutos”).
Estábamos ya aquí, pues, sin que lo supieran los expertos, ante el “otro castillo”, el que vimos en el reportaje anterior. Y lo que es más extraño de todo es que hasta que no viniera Eloy aquí nadie, parece ser, se diera cuenta de nada; cuando hemos visto, sin lugar a dudas, las diferentes construcciones, las diferentes funcionalidades de algunas zonas del castillo y las contradicciones constructivas, y todo a simple vista; de lo que es prueba estos dos planos del castillo de los dos últimos reportajes que, sin duda, lo aclaran todo. Supongo, también para los expertos. Y solo faltaba relacionar a este “otro castillo” (el que no es el de D. Lope) con los templarios; pero, con todo lo que ya hemos ido viendo, no cabe duda, ninguna. Hasta los leviatanes, con cara de malos, parecen ser “templarios”.
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