LAS ESCRITURAS DEL CASTILLO

Cruz templaria encontrada en la sala de la torre sureste 

Este artículo de “Las escrituras del castillo” lo publiqué en Facebook en mayo del año 2021 en dos partes. En el blog los pongo seguidos.

“LAS ESCRITURAS DEL CASTILLO” (1ª PARTE)

Cuando hace poco estuve haciendo fotos en el castillo, encontré también otra cruz templaria, en una zona noble del castillo “templario”, bien visible (os la pongo ahora).

Supongo que si el castillo se hubiera construido después de decretarse por el Papa la disolución de la orden del Temple (1312) y, después del juicio, de haber quemado en la hoguera a su líder y a 38 de sus “jefes”, no creo que se le hubiera ocurrido a nadie poner ese símbolo ahí. Igual terminaba también en la hoguera.


Sala de la torre sureste


Puerta de entrada y mirador de la torre sureste 

Lo de la “afición”, de algunos, a la hoguera en esa época (para otros) no era ningún juego. Y lo de la “afición” a lo “templario” vendría siglos después, como sabemos. Además, los acontecimientos siguientes de la historia, y concretamente de la relativa a Mesones, no parecen hacer posible su construcción desde entonces. Veamos.

Sabemos que en 1315 Mesones (que ya se lo habría quedado el rey todo para él) fue dado, en garantía de la dote de su mujer (porque el rey no tenía dinero), a Juan Ximénez de Urrea, pero que después, no sabemos en concreto cuándo, volvió al realengo; en este caso, como vimos en la historia de Mesones, al hijo del rey (“el rey da a su primogénito D. Jaime los moros de Masones, pagando 8.000 maravedíes a Juan Ximénez de Urrea y a su mujer Sibila de Anglesola, que le había dado Jaime II en dote”).

Juan Ximénez de Urrea no iba a construir este castillo estando “de prestao”. Y el hijo del rey, de momento, viviría de las propinas. Y los reyes de Aragón en ese tiempo estaban totalmente volcados en las campañas mediterráneas y también enfrentados con los nobles. Y más tarde vendría la guerra de los Pedros, vamos, la ruina. Y la peste en el siglo XIV, como todo el mundo sabe, hacía estragos.


Arco original de la torre sureste que sujeta la techumbre. Ésta fue reconstruida hace pocos años.


Lo de los nobles terminaría finalmente en la batalla de Épila de 1348; los cabecillas fueron precisamente este Juan y su hijo, también Juan Ximénez de Urrea. Ambos morirían ese día; el primero se supone en combate -a manos de los caballeros castellanos de Fernán Gómez, cuñado del arzobispo, que habían conseguido cruzar el paso del Jalón; y el segundo ajusticiado en la plaza de Épila -ahorcado-. Quizás hubieran encontrado éstos en el castillo de Mesones el famoso tesoro de los templarios, que después encontró uno de Nigüella (Nigüella y Tierga eran en ese momento de estos Urrea) enterrado en un roturo de Monegré; ahora ya, convertido en el “tesoro de los Urrea”.

Al final, reyes y nobles sobrevivían también como podían; y solían vivir además casi siempre “de prestado” (a templarios y judíos; después sólo a éstos, claro). A veces, como cuentan las crónicas, no tenían liquidez ni para pagarse la comida. De esto hay en la historia varias anécdotas “reales”. Así, pues, desde 1312 no existe una posibilidad real de que nadie hubiera podido levantar, como dice Eloy, el actual castillo de Mesones.


Arco original completo y techumbre de madera reconstruida de la torre sureste


Como sabemos, lo que hizo D. Lope fue rehabilitarlo según los nuevos tiempos. Y lo que se suele rehabilitar es siempre algo viejo (otra pista), y que se haya quedado ya obsoleto, y no algo que se haya construido poco antes, como en este período que hemos visto.

Por todo ello, vamos acortando ya las fechas. Las escrituras del castillo tendrían que ser, pues, de antes de 1312. Y sabemos que los templarios estuvieron en Mesones desde 1173 hasta esa fecha, la de su disolución.


Torre sureste antes de su reconstrucción y donde se ha encontrado una cruz templaria. Fotografía del libro “El castillo de Mesones” de José Antonio Martínez Prades.


 “LAS ESCRITURAS DEL CASTILLO” (2ª PARTE).

Sabemos que en 1266 “el rey Jaime” cambió Luceni (en la ribera del Ebro; cerca de Zaragoza) por la mitad de Mesones, y la mitad de su castillo, que dio al abuelo del arzobispo, Guillermo de Alcalá, también, señor de Jarque (y de Corna). Ya os puse el documento “original”. 



Fuste cuádruple encontrado en un corral de Mesones que pertenece al castillo


Basa o capitel en la ermita del castillo de Mesones donde se colocaría el fuste cuádruple

En 1283 vimos también que el señor de Jarque seguía en Mesones, y que no debía llevarse muy bien con los templarios, como también pudimos comprobar, que seguían también en Mesones, desde 1173, como sabemos. 

En los inventarios de las posesiones de los templarios de 1289 sale también Mesones, como igualmente vimos en las publicaciones de este Facebook, y, además, como una de las posesiones “importantes” de los templarios en Aragón, como Ricla y Encinacorba (las tres “seguían la línea” -ved el libro de Eloy-), perteneciente a la encomienda de Calatayud (todo lo de “Masones” está, pues, en “Calatayud”).


Fuste cuádruple y piedra en un corral de Mesones. El fuste lleva la marca de cantero de la “plomada” y que también se encuentra en los sillares del castillo de Mesones y en el capitel o basa. 


Detalle de la marca de la plomada en el fuste, que coincide con la marca que lleva el capitel o basa de la siguiente fotografía. 





Capitel o basa en una calle del pueblo con la marca de cantero de la plomada, igual que el que tiene el fuste cuádruple y muchos sillares del castillo. El castillo sufrió durante muchos años el expolio de sus sillares. Muchos de ellos se encuentran aprovechados y escondidos en los rincones más insospechados de Mesones.


Marca de cantero de “la plomada” del castillo de Mesones. Marca numerosa en la almena alta (torre noroeste), que coincide con las encontradas en el fuste y basa o capitel. 


No es fácil que el actual castillo de Mesones pudiera construirse (derribando el anterior que pudiera existir, al menos, desde el siglo XII), con la colaboración de los templarios y el tal Guillermo, y que cada uno costeara la mitad, ya que después los dos siguieron en Mesones. Por tanto, quizás, ya podemos acortar todavía más las fechas. El castillo tuvo que hacerse, pues, antes de 1266.

La razón de que el rey se desprendiera de su parte del castillo de Mesones se podría adivinar. No abandonaba este castillo, allí estaba su “guardia personal” (todos los archivos reales -y los tesoros- los custodiaron siempre los templarios; Jaime II creó después la orden de Montesa para sustituir al Temple), y ponía “bajo vigilancia” a uno de los nobles “importantes” del reino, casado con la hija (Dª Mayor) de D. Lope Ferrench de Luna, señor de Luceni (bisabuelo del arzobispo). Y, además, le obligaba (para defender lo suyo) a defender la frontera con Castilla (Jarque y Mesones). 




Cara y revés de una losa de piedra del castillo encontrado en un corral de Mesones y que pertenecía al claustro del castillo de Mesones

Era sin duda, una jugada maestra y una carga menos para el rey (cuyos recursos podía emplear en otros fines -quizás, en la cruzada a Tierra Santa que preparó-) y tenía controlado así también, como decimos, a una parte importante de la nobleza. La política de Jaime I era así; le habían enseñado muy bien desde pequeño los templarios, sus tutores (en el castillo de Monzón, como sabemos).

También sabemos que en Abril de 1263 Jaime I, en Épila, concede determinadas franquicias a los habitantes de Mesones. Se trataba de una negociación con el rey sobre el pago de impuestos, ventajosa para los de Mesones (de ahí la palabra “privilegios” de que hablaban los templarios que les quería quitar el tal Guillermo a los de Mesones, precisamente, por ser “privilegios”), y algo que no había ocurrido antes (los historiadores dicen lo siguiente: “se trata de la primera negociación global de rentas con la monarquía conocida en esta zona, la concentración de tributos en dominios administrados por el rey”): el rey concede a los habitantes de Mesones franqueza de determinados impuestos, el precario sobre el usufructo de la tierra y las casas, la capitación, derechos sobre la tierra, etc, a condición de que le entreguen 1.500 sueldos anuales en tres pagos, para San Miguel, Pascua y Resurrección; el rey se reserva el monedaje, los derechos de pasto (el herbaje -hoy en Mesones, “las hierbas”-) y los de justicia.


Espectacular piedra y única de este tipo vista en el castillo de lo que sería un fuste de la puerta de entrada original de la ermita del castillo que se encuentra en la nave de la ermita del castillo junto a la pila bautismal. 


Nueva cruz templaria encontrada en el castillo 


Tapa de un calientacamas con la cruz patada templaria. Fotografía de Eduardo Serrano 

Encontrada en una casa de Mesones. Con toda probabilidad podría ser del siglo XIII, de cuando el castillo templario, y que fuera un objeto que estuviera allí (las noches serían frías). Sin duda, sería de algún "jefe". Hasta lo pudo utilizar el mismo  rey Jaime.

¿Por qué sólo a Mesones en este momento y no, ya de paso, a otros pueblos o, ya, a toda la comarca? La razón la podríamos presentir, como ya hemos dicho otras veces aquí: la población de Mesones colaboró de una manera importante en la construcción del castillo; también, por su propio bien, como ya indicamos. Quizás, en la guerra de los Pedros no tuvieron grandes problemas. Hubo poblaciones con castillos muy pequeños que pudieron resistir a los castellanos.

Sabemos que desde 1173 Mesones está en posesión de los templarios, al haber sido donado a éstos por Sancha de Abiego. Que el actual castillo se construyera antes, dadas las características que presenta, su grandeza, su singularidad, su simbología, su “religiosidad”, como hemos ido viendo, y que sus constructores fueran otros, se hace muy complicado hasta de pensarlo. No hay que olvidar que los templarios eran “monjes”.


Arco del castillo expoliado para hacer la entrada a una cueva


Pero, vimos también en la historia de Mesones que muy pronto el rey interviene en la administración de Mesones; otorgando privilegios a varias aljamas de la comarca, en las que estaba Mesones. Y que en 1254 Jaime I da “la mitad” de varios impuestos de Mesones por el pago por la custodia de varios castillos en el reino de Valencia. 

En algún momento, pues, desde la donación de Dª Sancha de Abiego, los señores de Mesones pasaron a ser, a la vez, el rey y los templarios (como ya dijimos alguna vez, al final, eran lo mismo).


Antigua fotografía del castillo de Mesones. Se observa que la puerta elevada está tapiada todavía. Autor: desconocido.

Que el castillo de Mesones fuera construido en tiempos de Pedro II, el padre de Jaime I, conociendo la historia en ese momento, y las penurias económicas de la realeza en esos momentos, se hace también complicado de entender. Quizás, sí los templarios podrían haberlo hecho ahora (como sabemos, eran los banqueros de aquel tiempo). Pero no hay nada en la historia que nos indique esto, ninguna pista, ningún indicio, quizás simplemente, porque no sea así.

Y todo haría presumir que hasta 1245 el rey y los templarios (su guardia personal -a Jaime I, como ya sabemos, le llamaban el “rey templario”; o el “rey murciélago”, símbolo templario-) estarían muy ocupados en otros menesteres, por ejemplo, en la conquista de Valencia, que se produjo ese año. 

A partir de esa fecha, y ya con un buen botín, todo podría ser ya favorable para que alguien (y no hay otros -no cabe otra-: el rey y los templarios, los templarios y el rey, o sólo los templarios con el permiso del rey, a cambio de otros favores, etc. etc.; pero con la condición de que el castillo fuera de ambos) pudiera levantar ya el actual castillo de Mesones y colocar el murciélago (como en Valencia) en las ménsulas de tan impresionante fortaleza.


Castillo de Mesones. Archivo TAF 1953-55 

Eloy, que es muy listo, en su libro del castillo de Mesones nos dio una pista más, la del caballero y el león (hay que leerse el libro; no se puede explicar aquí). Y ésta puede ser también una de las claves que fechen el comienzo de las obras del castillo. 

El final de éstas podría estar, como hemos visto, cuando poco después viniera el rey Jaime, desde Épila, por Rodanas, a ver el castillo terminado, habiendo felicitado y “recompensado” debidamente antes (en Épila) a los habitantes de Mesones por semejante proeza (seguro que fue aplaudido y vitoreado en su entrada a Mesones -porque les iba a hacer pagar menos impuestos-). Hasta pudo dormir en la sala noble del castillo, que ya hemos visto (la de la cruz templaria).


Puerta de entrada y mirador de la torre sureste

Los restauradores parece que "adivinaron" que esta sala en la torre sureste era importante (ya que esto no estaba en los "informes"). Siempre se había dicho que esa zona este era para la guarnición (hasta que llegó Eloy). Seguro que era la estancia y la habitación del comendador, cuando estuviera, y allí también dormiría el rey cuando fuera (hasta Jaime I, cuando se inauguró el castillo); y Fernán Gómez de Albornoz, que fuera "tenente" del castillo, el cuñado del arzobispo. La decoración de la sala, las líneas de piedra estrecha que hay en los ángulos de las esquinas, que están tallados sobre la propia piedra sillar, y el balcón festejador, así lo indican. Un balcón sobrio, que nada tiene que ver con los que hizo D. Lope, más decorados, sobre todo en las ventanas de esos balcones, en el estilo gótico de su época. La ventana aquí daría al vacío (no como ahora que da a la carrera) por lo que no había peligro alguno en estar ahí. Era, sin duda la estancia más noble del castillo templario, y con sus aseos arriba. Y no es extraño, pues, que aquí se encuentre una cruz templaria, como hemos visto. Además, era la estancia "más protegida", como vimos.

Ahora los arqueólogos e historiadores del arte pueden decir ya lo que verdaderamente piensen, sin miedos, sin temor a equivocarse o a hacer el ridículo. Antes las “aplastantes” (como dijimos) huellas de D. Lope en todo el castillo (los famosos escudos) los tendrían totalmente coartados. Supongo que estos estudiosos podrán ahora diferenciar perfectamente ya unos estilos de otros, unas “obras” de otras, unos momentos históricos de otros. Y esto, quizás, nos permitirá encontrar, ya de una vez por todas (quizás, en alguna sala oculta de algún pasadizo), las “escrituras originales del castillo”.



Fusión de la Cruz templaria con el escudo de D. Lope


Autor de las fotografías en color:

Lucio BARCELONA CIMORRA 

Comentarios

Publicar un comentario

ARTÍCULOS PUBLICADOS HASTA 26/11/2022

EL FAMOSO PASADIZO SUBTERRÁNEO DEL CASTILLO

EL ORIGEN DEL APELLIDO “SÁNCHEZ” DE MESONES

LA ACEQUIA MOLINAR

EL MILAGRO DE LAS GRANADAS DEL CASTILLO

“EN PELO BUENO” PRIMER “DICCIONARIO” DE PALABRAS “MESONERAS”

UN VIAJE EN TELEFÉRICO DE IDA Y VUELTA

SAN BLAS, EL PATRÓN DE MESONES, TAMBIÉN ES “TEMPLARIO”

EL ORIGEN DEL APELLIDO “GARCÍA” DE MESONES

EL ORIGEN DEL APELLIDO “MOLINERO” DE MESONES

DIEZ “CLAVES” PARA SABER QUE EL CASTILLO DE MESONES LO HICIERON LOS TEMPLARIOS